SALA OSCURA

-De la actitud de los asesinos, ¿qué es lo que más le ha sorprendido?
-Varias cosas. La primera, que fueran gente completamente ordinaria y normal. La segunda es que se tomaran el hecho de matar como un trabajo, con absoluta normalidad. Empezaban a las nueve de la mañana y terminaban a las seis de la tarde, se lavaban la sangre y jugaban alegremente con sus hijos.
Jean Hatzfeld, Una temporada de machetes.
Ruanda, 1994. 800.000 muertos, casi todos degollados o apaleados. Conflicto étnico entre hutus y tutsis. Occidente y el Programa de Ajuste Estructural: La Radio Televisión Libre de las Mil Colinas (semiótica del genocidio), animando a la aniquilación. La pesadilla de Kwibuka: "Hemos venido por tu animal". "Qué animal", pregunta Kwibuka. "Tu esposa", le responden.
África, de ida y vuelta, en La Casa Encendida. Un recorrido por un grupo de artistas con un único nexo en común: la presencia de África, la obligación de expresar África. África desde el pasado, desde el presente y desde el futuro. África desde la luz ("el acto que conduce al negro más profundo": Touhami Ennadre), desde la denuncia satírica (¿quién defenderá esta pintura?: Chéri Samba), o desde la más completa oscuridad. En La Casa Encendida, sí, al final del recorrido, en una sala terriblemente oscura.
Viyé Diba, La Era Pre-Pigmea: Misa al desnudo. Estoy (de nuevo) completamente solo, calladamente solo. A mi derecha, algo que parece ropa colgada de una percha o simples presencias que quisieran hacerse visibles. De frente, la silueta de una cruz (una capilla), apenas esbozada. A mis pies, pequeñas montañas de sombras: valles y colinas de restos oscuros, despedazados y en desorden. Misa al desnudo: "Mantenga sus labios sellados –invita Viyé Diba- mientras despiertan el resto de sus sentidos".
De pronto, un sonido; las voces cantan o rezan y del mapa de los restos comienza a hacerse evidente un pequeño hormiguero de luces. Messe Nue: la fantástica historia de las misas nocturnas organizadas por la Iglesia Católica de las poblaciones de la región congoleña de Gbadolité. La noche que esconde y censura la total desnudez de un continente (hombres y mujeres) completamente desnudo. "Una era de completa oscuridad –ahora en manos de Viyé Diba- que hunde al continente africano en la sombra, y que se manifiesta en el genocidio, la guerra, las fechorías de los gobiernos dictatoriales, el pillaje, la pobreza, las luchas..."
"Hasta cierto punto –se escucha decir a Alphonse- se me olvidaba que estaba matando personas vivas".
Un mar de velas o linternas, de eso se trata, allá abajo, a nuestros pies. Y podemos oír las voces de los que rezan o cantan, con esa musicalidad extraña que provocan, invisibles, los fantasmas.
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